En redes sociales, lanzamos la siguiente pregunta: ¿Qué prefieres hoteles para toda la población o solamente para personas adultas?. Muchas son las personas que se han decidido a participar y a compartir su visión. Por esto, el contenido de esta entrada del blog va a ser un resumen de aquellos testimonios que reflejan las distintas visiones ante el tema que planteamos.
“Yo voto por hoteles donde convivan niños y adultos. La otra opción me parece una falta de respeto hacia ellos”.
“Prefiero la opción sin niños. Me parece una gran idea contar con una piscina donde poder relajarme y descansar en mi tiempo libre. Me gusta poder elegir entre las dos opciones, con y sin niños. Me parece una buena opción que existan los hoteles sin niños porque sirve como desconexión incluso para quellas personas que son padres”.
“No me gustaría en vacaciones tener que aguantar los gritos y la mala educación de ciertos niños, por eso siempre que puedo voy a sitios donde solo estén adultos”.
“Cuando leí por primera vez que existían hoteles “sin niños” no llamó mi atención especialmente, lo vi como una opción más. Pero pensando en ello más detenidamente, hay algo que no me encaja. Entiendo que haya personas a las que la presencia de niños no les resulte agradable, o mejor dicho, la presencia de niños/as maleducados.
«Trabajo en una tienda y también me resulta molesto, cuando los sábados por la tarde me los tropiezo cargada de ropa, mientras ellos juegan a correr o al escondite, pero al fin y al cabo son niños y es normal que jueguen. El problema es que no lo están haciendo en el lugar adecuado. Así que, supongo que el problema no es que en un hotel o en cualquier otra parte haya niños/as, si no que a veces, los adultos los llevamos a lugares que no son adecuados para ellos/as. Creo que en general nos estamos volviendo muy tiquismiquis y todo nos molesta: que el vecino sacuda el mantel, que los perros entren o no en lugares públicos, que en las fiestas del barrio haya música… todo es materia potencialmente ofensora”.
Bastante compartimentados estamos ya, como para separarnos aún más, en edades, por hoteles o por cualquier otra causa… con lo guapo que puede ser juntarse…”
“Prefiero la opción sin niños, no tengo hijos y decidí no tenerlos precisamente porque no me gustan los niños, es por esa razón por la que prefiero un turismo solo para personas mayores”.
“Hace años que llevamos intentando ser padres, de momento no lo hemos logrado y todos nuestros intentos han sido frustrados, preferimos ir a lugares donde no haya niños, especialmente bebés, porque nos resulta incómodo y doloroso ver disfrutar a otras personas lo que nosotros tanto deseamos”.
“Las personas han de elegir su lugar de veraneo y con quien ir sin cortapisas de edad, raza, género,… Si el problema es la conducta que se teme de los niños, también habría que temer la conducta de los adultos. Es ahí donde se podrían poner los “peros” en la admisión. Si por naturaleza, los niños lloran, deberían construirse mejor los hoteles por ejemplo, para alcanzar un mejor aislamiento acústico, pues también se oye cuando los de la habitación de al lado discuten o vienen de fiesta. Lo que nos faltaba era que en plena ola de tolerancia por ejemplo, a los géneros y orientaciones sexuales, se excluya a los niños que todos fuimos alguna vez. Es como excluir a los mayores de sesenta”.
“Creo que el problema no son los niños, son los padres. Veo continuamente, como pasan de sus hijos en restaurantes, hoteles, les dan el teléfono o la tablet e ignoran lo que están haciendo, aunque estén molestando a los demás. Prefiero ir a sitios solo de adultos porque no soporto ver la mala educación que se está dando a futuras generaciones. Es por esto que prefiero sitios donde no haya familias, no por los niños, si no por no presenciar ese comportamiento de los adultos que es lo que de verdad me pone de los nervios”.
“Hace poco tuve una mala experiencia en la playa, unos niños de al lado no dejaban de jugar muy cerca de mi y llenarme de arena, cuando les llamé la atención, su padre se acercó y me advirtió que quien me creía para reñir a sus hijos, que si le molestaban, que me fuera de allí y buscara otro sitio. Prefiero estar en sitios solo para adultos y no aguantar a niños, padres, ni madres”.
“No me gusta que se discrimine a nadie, ni por género, raza ni edad. Pero veo que los tiempos han cambiado mucho, antes te portabas mal en un restaurante, y tus padres, cualquiera de la familia, tus vecinos o cualquier adulto te llamaba la atención. Hoy en día eso es impensable. La mayoría de los niños están sobreprotegidos y la sociedad no puede participar en su educación. El concepto de tribu ha cambiado, y mucho”.