¡Ya está! Se terminó el año. Es posible que al volver la mirada, sintamos nostalgia por momentos vividos o arrepentimiento por todo aquello que dejamos de hacer. También podemos sentir cierto malestar físico además de irritación, dificultad para concentrarnos o especial sensibilidad.
Todas estas manifestaciones tanto físicas como emocionales, responden a que nuestro organismo y nuestra mente, interpretan que hemos llegado al final de un ciclo y emiten una respuesta adaptativa. Realmente atravesamos una especie de duelo, aunque especialmente corto, cuando reflexionamos sobre lo que dejamos atrás.
Cuando hacemos un repaso del año finalizado, solemos poner el foco atencional sobre aquello que dejamos incompleto. Podríamos relacionar esta idea con los mecanismos mentales de percepción por los cuales nuestro cerebro tiende a completar. Esto llevado a lo emocional, puede dejarnos atrapados en todas esas tareas inacabadas, en conversaciones pendientes, en cursos y proyectos que queríamos hacer pero no hicimos.
Sin embargo, no estamos prestando atención a nuestros esfuerzos y logros ni tampoco a esos pequeños momentos que nos generaron bienestar. Este puede ser un buen momento para hacerlo. Puedes acudir a la galería de fotos de tu teléfono móvil y hacer una revisión. Echa mano de agendas y todo lo que te pueda ayudar a hacer un buen repaso del 2018. Incluso si te ves con ánimo puedes hacer una lista apuntado en cada mes un acontecimiento que te haya generado malestar y tres que te hayan hecho sentir bien. Seguramente que si pones la atención en lo último encuentres muchos más de tres ejemplos.
También puede aparecer incertidumbre y miedo al enfrentar el nuevo año sobre el que ponemos expectativas de superación. Comenzamos planteando un montón de propósitos: abandonar malos hábitos, alimentarnos mejor, llevar una vida más sana o mejorar en la relación con los demás, suelen ser los que más se repiten.
Plantearnos estos objetivos es necesario porque ello nos ayuda a invertir gran parte de nuestra energía en llevar a cabo acciones para intentar alcanzarlos. También nos ayuda a focalizar nuestra atención en la consecución de metas positivas. Sin embargo debemos pensar en objetivos realistas que podamos llevar a cabo porque si no aparecerá la frustración. Según dicen las estadísticas en el mes de marzo el 80% de nosotros habremos fracasado o abandonado nuestros propósitos de año nuevo.
Por esta razón, tómatelo como lo que es: una manera de seguir adelante con una actitud positiva esforzándote en mejorar. Esto sin duda alguna causará un efecto favorable en tu autoconcepto, en tu autoestima y te hará sentirte mejor.
Para muchas personas estas fechas significan soledad, apatía o echar de menos a quien falta. Es cierto que esta época muchos estados depresivos y ansiosos se agudizan. Estas personas generalmente necesitan el apoyo de un profesional para poder vivir más confortablemente. No debemos confundir un trastorno, de un estado emocional como el que estamos describiendo que es sencillamente un cambio de ciclo y un proceso totalmente natural. Todos los organismos vivos experimentamos ciclos orgánicos.
Desde Medra recomendamos que tomes conciencia de este aspecto. No trates de oponerte emocionalmente a ese final. Piensa que tu cuerpo y tu mente están respondiendo de la manera adecuada y que esos sentimientos son necesarios para poder volver a empezar. Fíjate objetivos que te obliguen a superarte y avanzar. Y por último, presta atención a esas pequeñas cosas que te hacen sentir bien, diviértete, valora tu esfuerzo y aprecia todo aquello que te gusta de ti.
Nunca pienso en el futuro, llega demasiado pronto. – Albert Einstein – .