La idea de tener un hijo, tanto en pareja como en un momento evolutivo determinado, ronda por la cabeza de algunas personas de manera recurrente. Muchos son los argumentos que refuerzan ese pensamiento: entre ellos, el que más peso tiene es la carga social. Ver que la gente que te rodea ha empezado a procrear, que el reloj biológico continúa su ritmo y cómo te recuerdan a menudo que “se te pasa el arroz”, hace que en muchas ocasiones se generen sentimientos de frustración y se afronte el tema con cierta ansiedad. Si a todo lo anteriormente expuesto, se le une un problema de fertilidad, el desafío está asegurado.
Un problema de fertilidad es uno de los retos más difíciles por los que pasa una pareja que tienen deseo de ser padres.
Queremos ofreceros unas claves para hacer frente a esas emociones y poder ayudaros a superarlas.
Identifica esas emociones y comparte tus sentimientos. No es sano fingir haciéndose imbatible cuando realmente lo estás pasando mal. Apoyarte en tus familiares y amigos cercanos puede ayudarte a sentirte mejor.
Fuera enfados. Los sentimientos de culpabilidad y el enfado con uno mismo no son buenas compañías. En lugar de focalizar el pensamiento en las causas, fíjalo en las soluciones y alternativas. La infertilidad no tiene culpables, analízalo como una situación sin buscar la causa.
Somos un equipo. La pareja debe alimentarse y acompañarse, teniendo en cuenta que cada uno puede vivir la situación desde planos emocionales diferentes. Si las cosas se hacen juntos pueden salir mejor o peor, pero la sensación de compañía proporciona seguridad y tranquilidad.
La información es poder. En muchas ocasiones atribuimos la causa de la infertilidad a causas sin fundamento, por eso es importante leer e informarse para no construir ideas equivocadas al respecto.
¿Hasta cuándo? Decide. Nadie más debe decidir cuántas veces intentarlo. Fíjate unas metas realistas con la información que te proporcionen los especialistas y acuérdalo con tu pareja. Tendrás una mayor sensación de control sobre tu vida si piensas con anticipación hasta dónde quieres llegar.
Cuestión de finanzas. El tema económico suele ser otra fuente generadora de intranquilidad. Los tratamientos de fertilidad tienen un coste elevado. Elabora un plan financiero.
Busca apoyo. Si durante el proceso afloran sentimientos de pérdida de control y otros planos de tu vida se ven afectados, es conveniente que busques ayuda profesional. También existen grupos de apoyo a los que acudir buscando refugio y comprensión.
Niños no, gracias. Si asistir a ciertas reuniones que giran en torno a bebés te superan, declina las invitaciones. No es necesario en este momento exponerse a factores que no van a hacer sino aumentar tu malestar. Quien te quiere te comprenderá. Forma parte de tu proceso ir aceptando poco a poco esas situaciones.
Equilibra y elabora un plan B. Es importante ser optimista, pero a la vez ser realista. No olvides que un tratamiento de fertilidad no garantiza el éxito, por eso es importante fijarse metas realistas y poco a poco ir elaborando un plan B en caso de que no se cumplan tus objetivos.
Disfruta. Atravesar un tratamiento de fertilidad es un camino a veces duro y tortuoso, por eso no debes olvidarte de aquellas cosas que te hacen sentir bien. Intenta mantener tus rutinas y continuar con aquello que te hace disfrutar de la vida, porque tus intereses y aficiones también forman parte de ti y contribuyen a tener la mente ocupada en pensamientos más saludables.